¡Buenos días y feliz lunes!
Quizás te hayas dado cuenta que ayer, domingo, no envié ningún email; y quizás recuerdes que tampoco el domingo pasado lo hice. Resulta que estoy teniendo fines de semanas bien intensos. Por eso he decidido que, de momento, los domingos no enviaré el mail. Así descanso y experimentamos juntos el silencio y la retirada.
La retirada es ese momento de la relación en el que dejamos atrás el contacto; nos separamos y nos reconocemos como individuo. Es un momento verdaderamente importante para poder asimilar la experiencia. Si no se da este momento, si permanecemos en contacto, no hay integración.
- Contacto y retirada son los dos extremos en los que se mueve el ciclo de las necesidades.
Hay que contactar con el medio (o con otra persona) para poder satisfacer nuestras necesidades y hay que retirarse del contacto para poder asimilar la experiencia vivida. Si no hay separación, no hay crecimiento.
Lo que pasa es que en la separación se nos despiertan los monstruos del abandono y de la soledad. En las parejas vemos claramente cómo a menudo hay confluencia, nunca retirada. Es como que la persona se vuelve «doble», o sea que, cuando un componente de la pareja no está, el otro se siente menos completo.
De esta manera, la vida tiene sabor si estamos los dos y, si estoy yo sola, la vida ya no tiene sentido.
Este de la confluencia es un mecanismo que atenta contra la individualidad de la persona, no atenta contra el contacto social. Para mí es un mecanismo artificioso, porque a menudo se enmascara de amor y de buenas intenciones. Mis clientes, a veces, no entienden para qué sirve eso de que la pareja encuentre espacios de individualidad.
Es necesario que tengan la paciencia de practicar este enfoque durante un tiempo para poder apreciar cómo ambos vuelven a contactar más claramente con sus necesidades y no con las del otro.
Esto no significa que la pareja deba romperse, significa que puede crecer y verse enriquecida por las diferencias que hay… porque las hay.
Voy a poner un ejemplo sencillo: si una parte de la pareja quiere aportar un cambio a su vida, como volverse vegano, tiene todo el derecho de hacerlo. La cosa es cuando su pareja decide también volverse vegano, no por interés real, sino por confluencia.
La persona toma una decisión por confluencia no tiene la oportunidad de elegir libremente; solo quiere complacer a su compañera. Para la persona que confluye, manifestar la diferencia es muy peligroso, difícilmente lo hará.
El tema es que esa otra parte se vuelve vegana «olvidándose» (por ejemplo) de que a ella le gustan los chuletones a la vasca y de que una vida de vegana le resultaría terriblemente frustrante.
Como no hay nada gratis en nuestra vida, si hay complacencia por confluencia, también habrá que pagar un precio.
La pareja pagará un precio. Probablemente, discusiones e incomprensiones.
Si crees que te está pasando algo así; quizás en tu trabajo, con tu madre o hermanos; recuerda que las sesiones de counselling Gestalt conmigo te interesan, para poder poner orden en tu vida y en tus relaciones.
Gracias por estar.